viernes, 16 de julio de 2010

03. Conociéndole (parte 2)


Conociéndole (parte 2)
Hablemos primero del amor.
Quizás muchas veces escuchaste acerca del amor de Cristo, nunca te preguntaste si el ser humano podía amar como Él, yo sí.
La primera carta del Apóstol Pablo a la iglesia de Corinto en el capítulo 13 dice: 4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. 7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 El amor nunca deja de ser;…
¿Podemos amar así?, deberíamos poder, Jesús siendo hombre pudo, ¿Pero aún a nuestros enemigos debemos amar? Y sí, aún a ellos.
El evangelio de Mateo dice en el capítulo 5:44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; 45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.
¿Difícil no? Y sí, pero más difícil debe haber sido lo que cuenta Pablo en la carta a los filipenses acerca de Jesús, en el capítulo 2: 6 quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse.
7Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. 8 Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!
En el libro “Jesucristo El Señor”, Jorge Himitian parafrasea esos pasajes diciendo algo así, ¿Dejarías de ser hombre para ser perro? Y aún más ¿dejarías de ser perro para ser hormiga?. Esto es lo mismo que le dicen a los de Filipos. Jesús dejo de ser Dios para ser hombre, y como hombre vino a servir a los pecadores y murió por amor a ellos, a nosotros pecadores.
Entender el amor de Cristo, es alcanzar la mayor sabiduría.
En la carta a los de Éfeso Pablo les enseña en el capítulo 3: 17 Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, 18 seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, 19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
Su gran amor lo llevo hasta la humillación. Difícil para el orgullo que tenemos encarnado los hombres.
M.R.V.

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