jueves, 19 de enero de 2012

39. El hombre, su caballo y su perro

Amigos de Verdad
Un hombre transitaba por un camino con su caballo y su perro, cuando de pronto se encontraron en medio de una tormenta muy fuerte. Para cubrirse, se refugiaron debajo de un enorme árbol, pero cayó un rayo y los tres murieron.
El hombre no se dio ni cuenta de lo que había pasado y prosiguió su camino con sus dos amigos, sólo sabía que los tres estaban sedientos.
En un lugar del camino vieron un magnífico portal de mármol, que conducía a una plaza. En el centro había una fuente de donde manaba abundante agua cristalina, así que el hombre se dirigió a quien custodiaba la entrada:

-Buenos días. ¿Cómo se llama este lugar tan bonito?



-Esto es el Cielo.

Sin hacer mucho caso dijo: Tenemos mucha sed, necesitamos beber.

-Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera y le señaló la fuente.

-Pero mi caballo y mi perro también tienen sed.

-Lo siento mucho dijo el guardián, pero aquí no se permite la entrada a los animales.

El hombre, a pesar de tener muchísima sed, dijo que no bebería si sus amigos no lo podrían hacer, se despidió del guardián y siguió. Después de caminar un buen tiempo cuesta arriba, ya exhaustos, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una vieja puerta que daba a un camino de tierra rodeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles, había un hombre descansando.

-Buenos días, dijo el caminante.

El hombre respondió con un gesto.

-Tenemos mucha sed.

-Hay una fuente entre aquellas rocas, dijo el hombre, indicando el lugar. Podéis beber toda el agua, que necesitéis.

El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y bebieron hasta saciarse. El peregrino volvió atrás para dar las gracias al hombre.

-Podéis volver siempre que queráis, le respondió.

A propósito, ¿cómo se llama este lugar?

-El Cielo.

-¿El Cielo? ¡Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que el Cielo estaba allí!

-Aquello no es el Cielo, es el Infierno, contestó el guardián.

El caminante quedó perplejo.

-¡Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta falsedad debe provocar grandes confusiones!

-¡De ninguna manera! En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar… a sus mejores amigos

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