domingo, 4 de marzo de 2012

48. Ayudando a la Víctima de Violencia Familiar

Ayudando a la Víctima de Violencia Familiar
Cada cosa por su nombre
Cada 36 hs. muere en nuestro país una mujer victima de femicidio,  muertes evitables, de mujeres dentro de la esfera de violencia por causa de género.
Pocas son las veces que cuando se dan estas noticias se habla con los términos correctos. Así es que se nos confunde desde estos titulares diciendo que estos son crímenes pasionales.
Pero en realidad ¿qué relación hay entre la pasión y la muerte por cuestión de género?  La pasión es la inclinación, preferencia o deseo muy ávido por alguna persona, a pesar de lo que se nos ha enseñado, la pasión y el amor no son sinónimos, ya que según el diccionario este deseo puede provocar sufrimiento. Donde hay amor existe confianza, deseo de bienestar del ser amado, ansias de agradarlo, el amor, no lleva al sufrimiento del ser amado, a su manipulación, al sometimiento y mucho menos a  la muerte.



El género es una construcción social, estructura aprendida, que define la forma del “deber ser del hombre y de la mujer”. Este deber ser sitúa roles fijos para cada sexo, con conceptos de superioridad de un sexo sobre otro, con ventajas y desventajas de acuerdo al sexo con el que nacemos.
Un hombre debe ser fuerte, asertivo, no sensible, determinado, jefe, la cabeza del hogar, preparado para enfrentar el mundo público en competencia, con la última palabra.
De la mujer de acuerdo a esta construcción social, se espera, una mujer delicada, sumisa, que sea agradable, débil, sensible, sin decisiones, esperando ser protegida, en el mundo privado de la casa, siendo responsable de la crianza de los hijos y del hogar.
La violencia de género es aprendida, es socialmente aceptada y naturalizada, y cuando ocurre no tiene que ser ocultada bajo el nombre de amor o de pasión
Esto tan natural, que nos hicieron creer que siempre ha sido así, no sólo es aprendido a través de una cultura patriarcal sino también totalmente modificable.
El modelo original del Edén no presenta jerarquías, ni una superioridad de un sexo sobre otro, al contrario, dice que los “creó a imagen y semejanza de Dios, varón y hembra, los creó, y que los bendijo”.
Desde el principio hubo paridad, lo cual significa “estar a la par”, con semejanzas y diferencias pero en igualdad de derechos y condiciones.
Cuando Jesús se encarna, encuentra  una sociedad totalmente patriarcal y jerárquica de tal manera que las mujeres eran contadas con las vacas, no tenían derecho a la palabra y aún sus vidas dependían de los varones.
Maravillosamente Jesús permite ser tocado, escucha, habla, sana, resucita, libera a un sin número de mujeres durante su ministerio, incluso alaba su fe.
Es necesario que como hombres y mujeres de fe, como hijos e hijas redimidos por la valiosa sangre de Cristo, volvamos a dar a cada uno y cada una el lugar que les pertenece. No debemos dejar que nos engañen, no debemos  copiar modelos que violan los Derechos Humanos de cada persona, debemos comprometernos y desnaturalizar la violencia de Género.
Dios creó  sexos, varón y hembra, el género es una construcción que se realizó  fuera de la voluntad de un Dios de amor, que nos iguala en Cristo, que nos redime, que nos valora.
Esto no es pasión, esto no es amor y podemos y debemos modificarlo
Para volver al Plan Original, desnaturalicemos la violencia de género, Dios aborrece la violencia, busquemos y vivamos en paridad.
El 75% de las víctimas de violencia son mujeres y niñas. La Iglesia, no puede ni debe ser cómplice de relaciones de violencia. Dios mismo se declara refugio en tiempo de angustia.
Hay algunos conceptos a tener en cuenta cuando estamos ante relaciones violentas:
1 – La violencia NO es una enfermedad, cuando alguien padece una enfermedad, esta se manifiesta en cualquier momento y lugar. Quien es violento dirige su accionar hacia una persona, NO es violento en todos los ámbitos y con todos, y busca descargar su ira en la intimidad.
2 – Debemos tener presente que no es lo que dice o hace la víctima, lo que desata la situación de violencia.  Quien ejerce violencia comúnmente culpabiliza al otro u otra de su accionar, por eso debemos de tener en claro este concepto y desculpabilizar a la víctima.
3 – No se resuelve orando, conozco líderes que predican y oran maravillosamente pero en su intimidad abusan de su poder, violentando a quienes tiene a su alrededor, destruyendo aún la fe en Dios que puede tener su esposa e hijos e hijas.
4 – Dentro de las congregaciones hay el mismo porcentaje de violentos que fuera de ellas. Así que cuando las víctimas conocen el evangelio es doble la tarea para que puedan ver en Dios un Dios de amor y misericordia.
Si no lo fuera y Dios usara esta circunstancia y la persona busca ayuda espiritual, nadie mejor que el Cuerpo de Cristo para ayudar en un proceso de restauración. Pero eso no nos da derecho a decir que es un método divino, Dios es amor no es un Dios sádico que pone alguien en nuestro camino que nos humille, lastime y desvalorice para que lo encontremos.
Jehová  será refugio del pobre, refugio para el tiempo de angustia (Salmo 9:9).
5 – No debemos juzgar, debemos aprender a escuchar sin frases hechas. Lamentablemente, una persona que busca ayuda lo hace entre 10 a 15 años de soportar situaciones de violencia. Por eso cuando empieza a hablar, necesita sacar todo, su relato es desordenado, hasta puede parecer incoherente, sin coordinación en el tiempo. No es pecado no saber que decir, no somos Dios.
Mientras callé envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día (Salmo 32:3)
No debemos apurar el relato ni preguntar detalles, salvo que esto sirva para entender mejor de lo que nos habla, tenemos que tener presente la ÉTICA. La ética es con respecto a mi relación con el otro. ¿Cómo me gustaría ser tratada? ¿Qué hace Jesús cada vez que me acerco y “vomito” mis dificultades? ¿Acaso los coloca en la lista de oración para que todos se enteren?
6 – No pidamos que confíen el primero abuso que se produce es el abuso de confianza, la víctima lo es en su círculo más íntimo, no les podemos pedir que crean en un cambio, porque fueron defraudadas muchas veces y violentadas cada vez más.
Debemos acompañar el proceso, de restauración, el tiempo es del otro o la otra, no tienen que ser mis tiempos. Es como en la música hay que ir al compás, pero no a mi compás, sino al compás del que sufre
7 – Nunca enfrentemos una víctima con un victimario, hay una relación de poder que solo va a revictimizar a quien sufre. En Violencia NO hay mediación.
8 – Como hombres y mujeres de fe, somos nosotros quienes debemos ejercitarla, para que el violento pueda arrepentirse de su pecado y busque cambiar. Porque si le pido a la víctima confianza es lo mismo que dice Santiago, “lo veo sin comida y sin abrigo y lo mando en paz” , nos quedamos tranquilos y tranquilas y el cuerpo lo pone el otro u otra.
9 – Si no sabemos o si el tema nos supera podemos derivar, hay especialistas en el tema, no tenemos porque ser aptos para todos los temas, el Evangelio, nos salva, perfecciona, redime pero no nos da el título de TODO LOGOS
Aún en los organismos oficiales están dispuestos a trabajar en red con la Iglesia porque reconocen que les falta algo que nosotros tenemos la espiritualidad.
No nos encerremos entre nosotros, seamos Luz y Sal, en donde el Señor nos pone.
María del Carmen Umpiérrez
Docente de Nivel Inicial – Lic. en Trabajo Social – Especialista en Violencia Familiar – Integrante del Equipo Interdisciplinario de la Asociación Pablo Besson – Centro de Desarrollo e Información Social – Miembro de la Iglesia Cristiana de la Fe en Rafael Calzada

Aporte: DevocionalesCristianos.org 

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