¿Conoces la historia de Zaqueo, o escuchaste alguna vez hablar de él?
Zaqueo era un judío que vivía en Jericó, empleado público, de baja estatura, y con mucho dinero.
Si no conoces la historia y solo te cuento hasta ahí, probablemente te preguntes ¿por qué tendrías que conocer a Zaqueo?. Quizás, si te diera algunos datos más, por ejemplo que era jefe de los recaudadores de impuestos y que probablemente era el más odiado por todos en Jericó.
Esto de ser odiado quizás despierte un poco más tu interés, porque si bien el hecho de ser recaudador de impuestos no es algo como para candidatearse al vecino del año o como persona reconocidamente popular, de ahí a ser odiado – a propósito tengo un amigo que no paga los impuestos porque dice que no son de Dios, y si bien la palabra dice: dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios, él dice además que no conoce a ningún Cesar al que le deba algo - más allá de esta anécdota graciosa que para nada recomiendo, volviendo a Zaqueo.
Por si aún no te diste cuenta, estamos ubicados en la época de Jesucristo. En aquél entonces los cobradores de impuestos eran odiados porque recaudaban para los ocupantes romanos. Además, ellos fijaban el monto del impuesto y después de cobrar para cubrir la cuota exigida por los romanos, lo que les quedaba se lo guardaban, eran considerados ladrones y corruptos.
Pero evidentemente hay algo mucho más importante en todo esto, para que Zaqueo sea uno de los personajes del best-seller más traducido y más leído de toda la historia, me refiero a La Biblia, obvio.
Desde luego, cuenta el evangelio de San Lucas en su capítulo 19 en los versículos del 1 al 10, que Zaqueo al enterarse de que Jesús iba pasando por la ciudad quería ver quién era, pero no podía por la gran multitud que había y por ser de baja estatura, no obstante corrió delante de la caravana y hallando un árbol se trepó para poder verlo, cuando Jesús llegó donde él estaba, mirando hacia arriba le vio y le dijo: “Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que me hospede en tu casa”. Podes siquiera imaginarte estar en ese lugar, en esa situación y que Jesús te llame por tu nombre.
Dicen los estudiosos que Zaqueo era considerado un desheredado, que no se le consideraba hijo de Abraham por ser un colaborador de los romanos, el pueblo comenzó a murmurar diciendo que Jesús había entrado en casa de un pecador, pero al escucharlos, poniéndose de pie Zaqueo le prometió al Señor: “la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguien, se lo devuelvo cuadruplicado.”, y allí, viendo Jesús el arrepentimiento en Zaqueo, dijo: “Hoy ha venido la salvación a esta casa, por cuanto él también es hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”
Lo más importante en Zaqueo fue que en el primer momento no se quedó con que no podía ver al Señor por la multitud y su baja estatura, él corrió delante de la caravana, desesperado hizo el intento hasta que vio un árbol donde treparse, ciertamente que podría haberse retirado a su casa, a sus riquezas, a su comodidad, pero algo lo motivo ,quizás una insatisfacción en lo vano de sus bienes, o quizás la soledad de sentirse odiado, o quizás la esperanza de que podría hallar en Jesús todo aquello que el dinero no le había podido dar.
Zaqueo se abrió paso entre la multitud en el nombre del Señor, y el Señor le abrió sus brazos, pese al rechazo de sus vecinos, del pueblo escogido.
M.R.V.
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