Conociéndole (parte 6)
Hablemos ahora del perdón. (2 de 2)
En lo que refiere a las ofensas mayores, es aquí donde se presenta el verdadero problema para perdonar, y es por los hechos que dan origen a este tipo de ofensas, ellos pueden causar severos traumas de los que si no nos libramos podemos cargarlos por el resto de nuestras vidas, y lamentablemente eso conlleva dolor, angustia, tristeza, depresión.
Los seres humanos tenemos arraigado el deseo de venganza como algo natural y hasta irracionalmente lógico. El perdonar, es algo que no concebimos justo para estos casos y por ello nos enceguecemos tramando un desquite “el ojo por ojo”, como si eso fuera a aplacar nuestro dolor, es como pensar que si vemos humillado al que nos ofendió va a sanar o aliviar nuestra angustia. Es como pensar que si un perro nos muerde, se nos va a cerrar la herida si se le caen los dientes. Nada más alejado de la verdad.
Generalmente solo concebimos la planificación y no la concretamos, a veces porque a los agravios los sufrimos cuando éramos muy chicos, otras porque simplemente entendemos que no se puede ir por la vida con lo de “ojo por ojo” pues esto sumaría graves problemas al dolor inicial, etc. Como sea, el dolor no se va.
Hay métodos de defensa que se ponen automáticamente en funcionamiento, que describen los psicólogos y que sólo vamos a enumerar pues no es el ámbito para desarrollarlos, ellos son: negación, supresión, proyección, racionalización, desconexión afectiva, compensación, regresión, sublimación, agresión pasiva.
Permíteme decirte, que de este dolor no se sale naturalmente, solo con la misericordia de Dios y el poder sobrenatural del Espíritu Santo se puede sanar este tipo de traumas.
Hay muchas historias bellas en la Biblia, particularmente me agrada la de José, narrada en el libro de génesis.
La historia resumida de José sería algo más o menos así (salvando las distancias).
José era uno de los doce hijos de Jacob, el número once para ser más exacto, y particularmente, el hijo amado del padre.
Tenía diecisiete años y sus hermanos lo aborrecían, él estaba encargado de informarle a su padre lo que hacían y… dejaban de hacer.
Jacob no podía ocultar que le amaba más que al resto de sus hijos, pues lo había tenido a su vejez, muestra de eso es que le hizo una túnica de colores… ¿para qué? generó una envidia de esas…
Además, José les contó dos sueños que había tenido, donde sus padres y hermanos se inclinaban ante él en señal de reverencia. Los celos que sentían sus hermanos se convirtieron en un odio desmedido, estaban decididos a matarlo.
En una ocasión sus hermanos habían ido a Siquem, a apacentar las ovejas, y su padre lo envió a vigilarlos. Cuando lo vieron desde lejos, antes que se acercara se pusieron de acuerdo para matarlo y echarlo en una cisterna. Pero Judá, su hermano, al ver una compañía de Ismaelitas que se acercaba, convenció a los otros de venderlo por veinte piezas de plata.
José fue llevado a Egipto. Y sus hermanos mataron un cabrito y empaparon la túnica de colores con la sangre y fueron a su padre diciéndole que eso habían encontrado en el camino, y que probablemente José había sido víctima de una bestia salvaje.
Israel (Jacob) guardo luto por muchos días pues no hallaba consuelo porque era su hijo amado.
José fue vendido a Potifar capitán de la guardia del Faraón, y Jehová lo hizo varón prospero, fue puesto por mayordomo y todo le fue confiado por su amo.
José era un joven de hermoso semblante, la esposa de Potifar había puesto los ojos en él y le pidió que durmiese con ella, se negó por fidelidad a su amo y para no pecar contra Dios, pero la mujer se sintió ofendida y lo acuso ante su esposo de haber sido víctima de un intento de abuso por parte del siervo hebreo.
Potifar creyéndole a su esposa se enfureció con José y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey.
Más Jehová extendió su misericordia a José, quien encontró gracia en el jefe de la cárcel y lo puso sobre todos los asuntos del lugar, y como Dios estaba con él todo lo que hacía prosperaba.
Estando en la misma prisión que el copero y el panadero del rey, les interpreto un sueño a cada uno de ellos. Uno fue liberado, él otro fue colgado.
Pasado un tiempo, en un momento que Faraón quería que le interpretasen un sueño, pues no hubo nadie en todo el reino que pudiera hacerlo, el copero recordó a José, y lo mandaron a llamar.
El sueño significaba que habría siete años de abundancia y luego siete años de hambruna, además le dijo que debía guardar de la abundancia para poder soportar la escasez. Faraón confió en José y lo encumbró por gobernador de todo Egipto.
Cuando había crecido el hambre, llegaban de todos lados a comprar víveres, Jacob envió a sus hijos, menos a Benjamín el menor, para adquirir alimentos.
Más de veinte años habían pasado en que José había sido vendido por sus hermanos.
Cuando se presentaron ante él los reconoció de inmediato, no así sus hermanos, que se inclinaron con sus rostros a tierra reverenciándolo, y recordó los sueños que provocaron ofensa.
José los acuso de espías y retuvo a Simeón, sólo sería liberado cuando trajeran ante él al hermano menor.
Y sobrevino a los diez el arrepentimiento de haber hecho lo malo y pecado contra su hermano, considerando que por eso había venido la angustia sobre ellos.
Jacob (Israel) después de mucho pensarlo, pues temía perderlo, accedió a enviar a Egipto a Benjamín con sus otros hijos.
Al llegar, se postraron en tierra nuevamente ante José, compartieron un almuerzo con él, donde pudo observarlos detenidamente, sobre todo a su hermano menor, se conmovió hasta las entrañas y se aparto para llorar sin que lo viesen.
Al momento de volverse a su padre, les tendió una trampa para retener a Benjamín con él, haciéndolos quedar como ladrones.
Ante la desesperación y ruego de sus hermanos por fin se dio a conocer, y les dijo; Génesis 45: 5 Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros. 6 Pues ya ha habido dos años de hambre en medio de la tierra, y aún quedan cinco años en los cuales ni habrá arada ni siega. 7 Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación. 8 Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por señor de toda su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egipto.
José perdono todo el mal que le habían hecho, porque reconoció que Dios tiene el poder y el deseo de cambiar el mal que hacen a sus justos en algo verdaderamente bueno. Con gran bendición.
La historia completa de José, está narrada en Génesis capítulos 37 al 45.
Pero para no dejarlos sin el final, les cuento que toda la familia de José se mudo a Egipto y vivieron en paz, juntos y en abundancia
Esta es la manera de perdonar las ofensas mayores, con el poder sobrenatural del Espíritu Santo, y entendiendo que Dios transforma las injusticias en algo bueno cuando depositamos nuestra fe en Él. Pero Dios es Dios justo.
Salmo 119:137 Justo eres tú, oh Jehová, Y rectos tus juicios.
1 Tesalonicenses 4: 6 que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado.
M.R.V.
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