miércoles, 4 de agosto de 2010

06. Conociéndole (parte 5)

Conociéndole (parte 5)
Hablemos ahora de las ofensas. (3 de 3)
03. Ofensas mayores.
Todos recibimos ofensas y por supuesto también ofendemos.
Pero cuando hablamos de ofensas mayores, estamos hablando, de cuando las miserias humanas dan rienda suelta a su imaginación y agreden al prójimo causando dolor verdadero, sometiéndolo a violencia, estafas, abusos, traiciones, humillación, vejaciones, etc., algo que ni el más tolerante y pacifista puede pasar por alto.
Seguramente conocemos a personas que viven angustiadas, amargadas, llenas de rencor, que cuando les preguntamos ¿qué tal andas? nos responden con un sinfín de problemas que las tienen esclavizadas, cargando el dolor marcado en sus rostros.
Esas personas en algún momento de sus vidas, pueden haber padecido la maldad del hombre y llevan la mochila sobre sus espaldas llena de piedras, llena de dolor.


Cuando se les habla de perdón, nos dicen que el daño que han sufrido fue muy grande, que no se puede perdonar, es como que se retroalimentan con el odio y el rencor, que es la forma de vida que conocen y se resisten a abandonar.
Hablemos ahora del perdón. (1 de 2)
Si leíste toda la serie, hasta acá hablamos de lo fácil, perdonar es lo difícil.
Veamos, o mejor analicemos…
Para empezar, hay que saber que el perdón no es un sentimiento por sí mismo, sino una decisión, ¿Cómo es esto? Cuando uno perdona lo que decide es dejar de lado la bronca, el odio, la ira, el rencor, el dolor, la tristeza, la angustia, etc. y OLVIDAR, es decir dejar de lado DEFINITIVAMENTE la sumatoria de varios de esos sentimientos primarios, los que sean que haya producido la ofensa.
Lo primero, es detectar la ofensa e inmediatamente decidir si la ignoramos ó no, ¿si son de las menores? para que vamos a cargar con el dolor de cosas que más vale dejar pasar, ¿si son de las propias? no conviene cargar expectativas sobre los otros, mejor dejar que cada uno sea como es y no tratar de imponer que sean como uno quiere que sean.
Pensaste por un momento que sería de nosotros sin el perdón, lo primero que se me ocurre, es la condenación eterna, no es poca cosa ¿verdad?
Dos cosas no perdona el Padre, la blasfemia contra el Espíritu Santo y la falta de perdón al prójimo. Mateo 6: 14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; 15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.
M.R.V.

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