domingo, 15 de enero de 2017

78. La última lágrima
























La última Lágrima
Allí estaba, sentado en una banqueta, con los pies descalzos sobre las baldosas rotas de la vereda; gorra marrón, manos arrugadas sosteniendo un viejo bastón de madera; pantalones que arremangados dejaban libres sus pantorrilas y una camisa blanca, gastada, con un chaleco de punto tejido a mano. El anciano miraba a la nada. Y el viejo lloró,y en su única lágrima expresó tanto que me fue muy díficil acercarme, a preguntarle, o siquiera consolarlo. Por el frente de su casa pasé mirándolo, al voltear su mirada la fijó en mí, le sonreí, lo saludé con un gesto aunque no cruzé la calle, no me animé, no lo conocía y si bien entendí que en la mirada de aquella lágrima se mostraba una gran necesidad seguí mi camino, sin convencerme de estar haciendo lo correcto. En el camino guardé la imagen, la de su mirada encontrándose con la mía. Traté de olvidarme.
Caminé rápido como escapándome. Compré un libro y cuando llegué a mi casa, comencé a leerlo esperando que el tiempo borrara esa presencia……pero esa lágrima no se borraba……..Los viejos no lloran así por nada, me dije. Esa noche me costó dormir, la conciencia no entiende de horarios y decidí que a la mañana volvería a su casa y conversaría con él, tal como entendí que me lo había pedido.

78. El cuadro















El cuadro

Cierta historia cuenta que un hombre rico y de mal carácter insultó y maltrató cruelmente a una viuda. El hijo de ésta, de ocho años de edad, presenció la detestable escena y jamás pudo olvidarla.
Años más tarde el niño llegó a ser un artista famoso y pintó en vivos colores el episodio que retenía en su mente. El cuadro concluido, que era una hermosa pieza de arte, fue colocado en una galería de arte muy visitada por el público.
Un día acertó a pasar por allí el mismo autor del hecho, y ¡cuál no fue su asombro al verse a sí mismo pintado en aquella repugnante actitud! El cuadro era fidelísimo en todos sus detalles y, a pesar de haber pasado algunos años, su persona podía ser bien reconocida en la principal figura del mismo. Al contemplarla se puso muy pálido y empezó a temblar, ofreciendo cualquier cantidad de dinero para adquirir la pintura y destruirla.
Existe un pintor invisible que traza en colores indelebles los actos de cada vida humana con rasgos fidelísimos, y no habrá manera de hacer desaparecer los trazos estampados por la Divina mano en el cuadro de la eternidad.

77. La naranja exprimida












La naranja exprimida
Me estaba preparando para dar una conferencia y decidí llevar una naranja al escenario como una proposición para mi clase…
Abrí una conversación con un joven brillante que estaba sentado en la primera fila, y le dije:
– Si yo exprimiera esta naranja tan fuerte como pueda, ¿qué podría salir?
Él me miró como si estuviera un poco loco y dijo:
– Jugo, ¡por supuesto!
– ¿Crees que jugo de manzana podría salir de ella?
– ¡No! (él se reía).
– ¿Y jugo de toronja?
– ¡Tampoco!
– ¿Qué saldría de ella?
– Jugo de naranja, obviamente.
– ¿Por qué?, ¿por qué cuando exprimo una naranja sale jugo de naranja?
– Bueno, es una naranja y eso es lo que hay dentro.
Asentí con la cabeza y le dije:
– Cierto. Vamos a suponer que ésta naranja no es una naranja, sino que eres tú y alguien te aprieta, pone presión sobre ti, y te dice algo que a ti no te gusta; te ofende y fuera de ti sale ira, odio, amargura, miedo. ¿Por qué sale ésto?